""Los judíos son nuestros hermanos mayores, los más grandes", dijo en ese sentido el Papa, que siempre mantuvo una cercana relación con la comunidad judía argentina.
"Renovamos nuestra proximidad y solidaridad con el pueblo judío y oremos a Dios para que la memoria del pasado nos ayude a ser siempre vigilantes contra todas las formas de odio y la intolerancia", dijo el
Santo Padre.
Durante el Ángelus, el papa argentino evocó "las violencias de la noche del 9 el 10 de noviembre de 1938 contra los judíos, sus sinagogas, sus casas, sus comercios, que supusieron un triste paso hacia la tragedia del Holocausto".
En la noche del 9 de noviembre de 1938 hubo un estallido de violencia contra los judíos en la Alemania nazi y Austria, llevado a cabo por las tropas de asalto de las SA (la milicia nazi) conjuntamente con la población civil, mientras las autoridades alemanas observaban sin intervenir.
Aunque parecía imprevisto, provocado por la furia de los alemanes por el asesinato de Ernst vom Rath, secretario de la embajada alemana en París en manos de un adolescente judío, el acto fue organizado por el ministro de propaganda alemán, Joseph Goebbels.
En dos días, casi 1000 sinagogas fueron quemadas, más de 7000 comercios de judíos fueron destrozados y saqueados, docenas de judíos fueron asesinados, y cementerios, hospitales, escuelas y hogares judíos fueron saqueados mientras la policía y las brigadas de bomberos se mantenían al margen.
Al menos 91 ciudadanos judíos fueron asesinados durante los ataques y otros 30.000 fueron detenidos y posteriormente deportados en masa a los campos de concentración de Sachsenhausen, Buchenwald y Dachau.
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